¿Qué son los talismanes?
Si hasta los momentos pensabas que los amuletos y los talismanes eran los mismos, pues tenemos que decirte que no es así. Son dos cosas distintas; incluso, sus nombres o nomenclaturas provienen de orígenes diferentes.
Como has visto hasta ahora, los amuletos pueden ser muchas cosas, y de diferentes formas; mientras que los talismanes sí son, concretamente, objetos; casi siempre, piedras preciosas que ha sufrido alguna que otra transformación para estos fines, también de protección.
¿Cuales son los orígenes de los talismanes
Para conocer un poco más de los talismanes, qué mejor que empezar por su orígen etimológico, y es que esta curiosa y sonora palabra proviene del árabe “tilasm”, que a su vez proviene del griego “teleo”, y que significa: consagrado. De este modo, y haciendo uso de su traducción y definición exacta, puede decirse que aquellas personas que poseen y usan un talismán son personas que han sido consagradas.
Y en gran medida, es acá cuando aparentemente se diferencia el talismán del amuleto, ya que esas piedras preciosas, que terminan siendo alhajas gracias a la ornamenta que se le incluye, parecieran que están destinadas, por una hado divino, a ciertas personas, con la finalidad de consagrarlas no solo mucha protección, sino también con algunas condiciones o poderes especiales.
¿Es por eso que los talismanes están asociados a la magia blanca?
En gran parte, puede que sí, ya que lo que desde la antigüedad se conoce como magia blanca son todos aquellos actos solemnes que giran alrededor de las energías, de la protección y de enseñarle al ser humano a regularlas desde su propio interior, rechazando todo lo que venga de afuera y que le haga daño.
En este sentido, estos curiosos amuletos y talismanes han estado muy presentes, tanto en la cultura occidental como en la oriental, precisamente para proteger al ser humano, y echarle una mano con todo lo relacionado a su bienestar, y a contrarrestar todo lo que tiene que ver con las malas energías. De esto modo, no es nada descabellado, ¡Pero tampoco resulta nada malo!